El bosquejo de un recuerdo se hace añicos en mis sienes, era frágil mi
recuerdo... no pudo sobrevivir al tiempo y ronda en suave lamento.
¿Cómo era su rostro?, cuando despertaba al alba, ¿cómo era su sonrisa?,
fuente de gozo de vida, ¿cómo era su mirada?, cántaro de agua cristalina, y sus
manos, lazos en tierna armonía, ¿qué, cómo eran sus manos?, ¡quisiera
volver a sentirlas!... siento que no es posible... si no recuerdo su rostro, ni
su mirada querida, si el agua de esa fuente, se ha secado en otra orilla.
¡Qué si duelen los recuerdos! cuando no tienen cabida en noches de clara
vigilia.
Y se evaden los sentimientos, y el alma busca aterida en un rincón de la
nada, tú rostro y mí pesadilla.
Y solo queda flotando en cosmos que mi mente dicta, desvanecidos,
perplejos, un manojo de recuerdos, en un norte sin medida.
©María del Carmen Menéndez García
2008 (Escribirte.com)
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