alas
Soñadores
errantes, planeamos a punto vuelo,
temerosamente,
haciendo alardes de quimeras,
y un día las
alas se yerguen
osadas y una
brisa vana cautiva.
Días de luz,
días grises, fulgurantes,
acompañan la travesía,
el alma se
estruja, la sonrisa brota
dibujando esas
etéreas muestras
de la felicidad.
Que todo da, que poco sabe,
a veces
empecinada en dobleces.
Hermosas
frases acompasan la autoayuda,
ese soltarse
al optimismo,
baluarte
esplendoroso, que nos lleva
a remansos de
esperanzas, fuente de vida;
y todo un
laberinto circunda,
que digo bien…
que hago mal…
y la rueda
gira… gira… y gira…
Aleteamos a un
norte,
y un viento
huracanado nos hace
voltear la
sinrazón,
caminos sin
huellas, buenaventura azul.
Tanto para
agradecer a Dios,
a un Dios,
consternado a veces,
por nuestro
olvido, te agradezco si me das…
me acerco si
te necesito…
y aun así Él nos
mima, y endereza nuestras alas…
Soñadores
errantes, alegres, sufrientes,
amantes,
amados, con el alma colmada de luces.
Y los
pensamientos arropan,
y los
sentimientos deambulan en esquinas,
y las manos se
extienden
en ese darse, francas,
calmas, crédulas…
©María del
Carmen Menéndez García
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