DECLIVE
Quietud, intensa, entre vertientes
de río caudaloso, acople de olvido
no saber lo generoso de la espera,
no saber si equivale a la esperanza,
dos sentimientos en quietud mansa.
Dejar cada alborada a su albedrío
un alma que aguarda sosegada
el milagro que diluya el recorrido.
Quietud, dejarse ir, deriva, ausente,
si no hay expectativa y el naufragio
es eminente, no más, quietud, abrigo,
beber de un cuenco cristalino,
y comprender que marcado está el
destino,
y no pensar que la espera es condena.
Puede, no lo se, quizá un mañana,
el asirse a una utopía de sus frutos,
y en divino sortilegio, recorra cada
gota
en la fuente que envuelve a toda hora.
Quietud en azul, sin gris.
María del Carmen Menéndez García
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